Como vencí mis miedos

El estrés forma parte de nuestro día a día desde hace muchísimos años, parece que hemos de aprender a vivir con él como huésped y saber aceptarlo. Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre, que nos pone a prueba constantemente y que tenemos la presión de siempre tener que dar la talla. Así que el estrés está intrínseco en nuestra sociedad y hasta se puede llegar a considerar positivo. Pocos son conscientes que el estrés no es un factor personal que sólo puede sentir una persona en concreto y no tiene ningún efecto en su entorno, pero está comprobado que el estrés y el mal estar se contagia a los seres cercanos y al fin y al cabo, puede ser muy contraproducente. Lo más importante del estrés es reconocer cuando aparece, saber cómo se siente nuestro cuerpo e identificar como reaccionamos. Hay que tomarse el tiempo necesario para asimilar el estrés y aceptarlo, y poco a poco tomar distancia e intentar abatirlo. Hay que calmarse, respirar, concentrarse, analizar y decidir.

Debemos priorizar el bien estar, a veces nos olvidamos de lo importante que es nuestra salud mental. Se habla mucho de la salud física pero poco de la mental, porque es tan difícil de tratar, que a veces se obvia. La mente es tan compleja y la ciencia sabe tan poco sobre ella, que se prefiere no indagar en ella y entonces, subestimarla. Cada individuo es responsable de qué siente, cómo lo hace y el resultado de esos pensamientos. A veces, buscar ayuda fuera no es la solución, que es lo que primero nos recomiendan: pide ayuda. ¿Porqué no miramos dentro nosotros mismos? Porque nadie nos ha enseñado a hacerlo, nadie nos ha enseñado a mirar dentro de nuestro corazón y mente, analizar y poder luchar contra nuestros fantasmas.

Yo puedo hablar de mi experiencia personal, voy a armarme de valor y hacerlo. Pasé por una crisis hace dos años y estuve dos meses visitando médicos de todo tipo para que pudieran saber qué me pasaba. A nivel físico, tenía vértigos espectaculares que se alargaban en el tiempo y me impedían llevar una vida normal. Finalmente, un especialista me dijo que tenía una descompensación de líquidos en el cerebro, básicamente, mi cerebro segregaba serotonina sin ton ni son. Me enviaron a un psiquiatra para que me recetara antidepresivos, porque es el único fármaco que regula este tipo de líquidos cerebrales. Pues, realmente, mano de santo. Fue empezar a tomarme el medicamento y al segundo día ya, nunca más. Está claro que mejoré, en principio, me curé, hasta me dijeron que igual tenía que estar toda mi vida tomándome este fármaco. Sin embargo, yo pensaba: pero, ¿por qué me ha pasado esto? Y el médico me decía: por que tienes muchos líos mentales. Dos años después, me seguía medicando, me encontraba genial, pero yo a mi misma me decía, quiero dejar de tomarme esta pastilla. Pero cierto era, que cuando bajaba la dosis, me notaba que mi cuerpo me pedía más. Un día me di cuenta que, como me iba a curar si no cambiaba nada. Así que, fue cuando decidí dejar mi vida en Barcelona, apuntarme a un máster en Valencia, dejar a mi pareja de seis años y empezar de nuevo. ¿Quería cambiar algo? Pues lo cambié todo, y querido lector te voy a contar, que vine a vivir en octubre y hoy a 20 de marzo puedo decirte que ya no me tomo las pastillas. Yo misma me he curado, he mirado dentro mío, me he enfrentado a mis miedos, mis fantasmas y, he tenido un vertido impresionante de cambiar así mi vida, pero por primera vez, cogí las riendas y lo aposté todo al rojo. Te diré, que los primeros días en Valencia, sola, sin mi familia, mi novio, mis amigos… sentía un vacío dentro mío infinito, pensaba que ese agujero no se llenaría jamás. Dos meses más tarde, pensé: este gran vacío se va a volver a llenar, lo noto… con nuevas caras, nuevas emociones. Sim embargo, a día de hoy te diré que me he dado cuenta que ese vacío lo he llenado yo sola, conmigo misma. ¿Quién lo diría, ¿verdad?

Estamos tan acostumbrados a estar en nuestra zona de confort, que nos olvidamos de nosotros mismos, de escucharnos, de querernos. Nadie nos ha enseñado esto, ni nuestros padres, ni en el colegio. Yo he tenido que ponerme en una situación límite para curarme, ojalá no hubiese sido así, pero ahora, solo miro atrás y me siento afortunada de haber vivido esta situación tan dura para poder encontrarme a mi misma.

Deja un comentario